

El primer paso, entonces, para poder integrarse y entenderse efectivamente como países miembros de una misma comunidad, es hacer que prevalezca ante todo la paz. Y esta paz solo puede lograrse por el camino del entendimiento, del respeto, de la tolerancia, de la unidad en la diversidad, es decir, partiendo de la base que las personas tenemos nuestras diferencias, y que tenemos que reconocernos como tales, tal como somos, con nuestra diversidad de razas, culturas, religiones, ideologías, formas de pensar y de vivir, etc., y a pesar de las cuales, podemos y tenemos que aprender a convivir en perfecta armonía asumiendo actitudes de respeto y de tolerancia mutua, pero ante todo y entre todos, sembrando un espíritu de cooperación, de fraternidad, del entendimiento, de reciprocidad y de amistad entre los diferentes pueblos y aceptando nuestras diferentes formas de ser.
Y ese es el camino que ha escogido la Comunidad Andina: la unidad de los pueblos aceptando y comprendiendo su diversidad, reconociendo sus diferencias, que no todos tiene que ser de un mismo color, ni de una misma creencia. Que en realidad somos de diversos colores y tenemos nuestras propias formas de ser, pero que de ahí surge la gran riqueza de las personas, del ser humano: en nuestras diferencias que permiten complementarnos y ver las cosas desde diferentes ámbitos y perspectivas.
Y para unirnos como una comunidad donde prevalece la armonía tendremos que enfocarnos y focalizar nuestros esfuerzos y acciones en aquellos aspectos que realmente nos unen y nos interesan a todos.
Si queremos generar el bienestar que tanto deseamos y aspiramos para nuestros pueblos, sólo lo lograremos en un ambiente de paz, y a la paz sólo se llega a través de la unidad en la diversidad. Este es el único camino valedero para la integración de los países en una misma comunidad.
Y los países integrantes de la Comunidad Andina, así lo han comprendido y han levantado su propio estandarte.
Afortunadamente.
Gustavo Pérez Ortega
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