Enero 2009



2009: Año de la Paz

En varios países se celebra tradicionalmente el día mundial de la paz el 30 de enero (En otros es el 21 de septiembre), pero algunos quisiéramos que no fuera solamente por un día, sino que pudiésemos celebrarlo durante todo el año, pero viviendo en paz realmente.

El espíritu pacífico existe en mucha gente, pero se opone el espíritu de violencia y agresividad que caracteriza a otros tantos. En la humanidad, desde sus orígenes, se han presentado estas dos formas de ser. Es la historia de Caín y Abel, del mal y del bien, que se repite constantemente. Es la sangre de Abel derramada injustamente, por envidia de su hermano. Fue la violencia la que generó la injusticia. No lo contrario. Y la violencia, cada vez que aparece, trae consigo más y más injusticias.

Si queremos regresar a la verdadera justicia, la única vía que nos queda es la paz. La violencia siempre ha traído más violencia y nunca logra reponer la justicia, sino que por el contrario, acrecienta la injusticia.

Hay que buscar la paz como un modo de vida, porque es solamente allí donde podremos practicar e instaurar la justicia. De otro modo, simplemente es imposible. Si queremos que la justicia reine y pueda actuar adecuadamente debemos primero buscar la forma de instaurar la paz.

Pero en este mundo actual, en el que vivimos, son muchos los que siguen amparándose en la violencia y la agresividad como forma, equívoca, de buscar la justicia. No es ese el camino. Primero hay necesidad de buscar y reponer la paz.

Pero todos sabemos que no es fácil, sobretodo cuando algunos líderes al nivel mundial, guiados mas por sus apetencias personales que por un real espíritu de justicia, se dejan llevar por la violencia.

Pretenden mediante hábiles discursos y con la permanente provocación y agresividad de sus palabras, adornadas siempre con la continua ofensa y la descalificación, imponer un estilo de vida que nos aleja cada vez más de la posibilidad de vivir en paz y en consecuencia de lograr la verdadera justicia. La historia está llena de casos similares que no valen la pena ni siquiera mencionar en este momento.

¿Qué hacer, entonces? ¿Cuál es el camino para vivir en paz y con justicia?

Sin lugar a dudas, es una cuestión fundamentalmente de creencia y convicción personal. Cada quien, cada uno de nosotros, debe decidir el camino que prefiere: si el de la paz, o el de la violencia en cualquiera de sus formas, que van desde la simple actitud agresiva hasta llegar a su máxima expresión, que es la guerra fratricida entre los seres humanos. Será, entonces, la sumatoria de esas decisiones personales y voluntarias la que nos conducirá por un camino u otro.

En este año de la paz, cada uno de nosotros, ejerciendo el supremo derecho de la libertad, debe asumir su responsabilidad personal y tomar la decisión sobre que prefiere para su vida y para los demás: un mundo agresivo, cada vez más violento, guiado por el autoritarismo y la muerte como consigna; o si por el contrario, aspira a participar en un mundo donde la paz sea el medio propicio para ejercer una verdadera justicia, conviviendo en libertad y armoniosamente los unos con los otros, escuchándonos, con un mayor sentido de la tolerancia y comprensión, perdonando cuando sea posible y necesario, y brindando oportunidad para el desarrollo, y no a la muerte violenta, de todos los seres humanos.

La paz en un asunto de palabras mayores, pero todos, absolutamente todos, de manera individual y personal, tenemos alguna cuota de responsabilidad y algo que decir y hacer al respecto para lograrla. Y si nos unimos para ello, probablemente nos irá un tanto mejor.

Quizás, cada uno de nosotros debería proponerse este año ser menos agresivo, aprender a escucharnos mutuamente y tratar de ser un poco más comprensivos y tolerantes con los demás. De este modo avanzaríamos en algo por el deseado camino de la paz.

A los violentos, simplemente les extenderemos nuestras manos con una amable sonrisa para desearles la paz. Allá ellos con sus odios y derramamiento de sangre, sus provocaciones y mentiras, sus aspiraciones de oprimir y eliminar a los que no estén de acuerdo con su forma de ser y sus continuas injusticias!

¡Que sea Dios quien juzgue a Cain!

Reciban nuestros mejores deseos porque este año reinen la paz y la felicidad verdaderamente y de manera responsable en todos nosotros.

Gustavo Pérez Ortega


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